Primer día de ‘cole’

No me he asustado hoy, cuando hemos dejado al niño de 3 años en el ‘cole’ por primera vez en su vida y en la nuestra, me asusté el viernes pasado, cuando un amigo, a tenor de su experiencia recientemente pasada hace un año, me advirtió de que voy a ver a mi niño crecer en estas semanas más que en toda su vida. “Tu hijo va a pasar de ser un bebé de 3 años a ser un niño de 3 años”, me dijo. Y me entró el canguelo.

Lógicamente no he podido evitar echar la vista atrás e intentar recordarme con su edad en esta misma situación, y no puedo. No puedo porque tengo vagos recuerdos de aquellos días. Imágenes sueltas que no adivino a esclarecer si fueron de esos primeros días o de mitad de curso o incluso de otros años venideros, tampoco ayuda que mi madre, en septiembre del año 1978, no tuviera un Iphone 4S con cámara 3D y 8 megapíxeles de resolución. ¿Qué hubieran dicho las demás madres si aparece la mía con el tomavistas Super8 y una cinta adherida de 8 milímetros? no pegaba.

Y es que llevo algunos años teniendo la sensación de que evolucionamos tan deprisa como destruimos el planeta y nadie pone paz donde hace falta ni remedio a los problemas. Sin embargo, al llevar al niño al colegio y verle cruzar la puerta, lejos de considerar que se ha parado el tiempo, he sentido una involución, no negativa, pero sí nostálgica y satisfecha, como el que acaba de hacer un examen y no necesita consultar la nota porque sabe que lo ha aprobado, porque se había preparado el temario y terminó de estudiar con aquella máxima, que aún chirria en mis oídos: ¿Hay algo que te puedan preguntar que tú no sepas?, pues cuando la respuesta sea negativa, entonces sales de tu cuarto.
¡Qué recuerdos!

Me he descubierto con cara de gilipollas, mirando al niño cuando salía de su clase, casi la misma que tenían los demás papás y mamás y me he tenido que sorber la saliva mientras me explicaba lo bien que se lo había pasado con su seño Adela y con sus amigos del cole.

En fin, que cuando me he quedado solo con mi teclado y mi pantalla el canguelo que tenía por mi niño se ha convertido en canguelo por mí mismo y es que me he descuidado y de repente he pasado de ser llevado y recogido a llevar y recoger. Y no quiero que en un descuido de estos, me llame mi niño para ver si puedo llevar al cole a mis nietos.

Así que sabiendo como sé lo feliz que fue mi madre aquel día, pero con la imagen guardada en mi iphone, me dispongo a aprovechar la vida al máximo para que no se me pase sin haberle sacado todo el partido que pueda. ¡Mañana retomo mi colección de cromos de fútbol, pero esta tarde me apunto al gimnasio y le compro flores a mi mujer aunque no sea su cumpleaños! Como diría el Sr. Keating en el Club de los poetas muertos: “Carpe Diem, aprovechad el momento, haced que vuestra vida sea extraordinaria”.

Coged las rosas mientras podáis,
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis
mañana estará muerta.

Fue el poema de Walt Whitman que leyó un alumno en la primera escena de la película para que Keating (Robin Williams) les aleccionara sobre lo corta que es la vida y cómo pasa el tiempo.

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